Repasaba una y otra vez lo
acontecido con intención de recordar algún detalle que me permitiese ubicar a
mi desconocido, pero era inútil. Poco a poco, la penumbra de la habitación,
iluminada tan solo por los rescoldos de la leña que estaba casi consumida y el
suave sopor al que me llevaba el malta
hicieron que mis pensamientos derivasen hacia otros derroteros. Mi mirada vagó
hasta un anaquel situado encima de la chimenea, en el que había, entre otros
objetos, dos fotografías enmarcadas.
Los rostros de dos jóvenes,
sonrientes, me miraban, dos rostros que
aparecían con frecuencia en mis sueños. Mis hijos.
Fue inevitable volver a recordar una
vez más. Cerré los ojos y los resortes de mi memoria me llevaron dos años
atrás,
Mi vida transcurría con aparente placidez. Posición acomodada. Trabajo
estable pero con problemas. Matrimonio sumido en la rutina y dos maravillosos
hijos. Una situación que podía haber
mantenido durante muchos años.
Pero había un problema. Yo.
Desde hacía años me sentía vacío, completamente vacío. Mi cuerpo era una
un simple recipiente lleno de velas que iluminaron el camino por recorrer y se
fueron consumiendo, poco a poco, dejando tan solo pábilos quemados en un fondo
de cera.
En mis nocturnas conversaciones con mi vacuo yo, mientras escuchaba mi
silencio, se fue forjando una idea. Idea que fue ganando peso a medida que las
velas se apagaban.
Un día, tome la decisión, a sabiendas de que sería la mas difícil e
importante de mi vida.
Me presenté en mi casa, después del trabajo y le dije a la que era mi
mujer que me marchaba.
Mientras se pedían y se daban las pertinentes explicaciones, aunque no
sirviesen de nada, mientras el llanto crecía y unos amigos, oportunamente
avisados ofrecían consuelo y esperanza de meditar, retomar, reconsiderar, ……,
entre mientras y mientras llegaron mis hijos, primero ella, después el.
Con lágrimas y entre sollozos les dije mi decisión, primero a ella,
después a él, con las mismas lágrimas que ahora, al recordarlo recorren mi cansado rostro.
Nunca podré olvidar la reacción de ella. No habló. Solo lloraba y me
partía el alma con cada gota que manaba de sus azules ojos.
Nunca podré olvidar la reacción de él. Con la mirada fría nos miró y
dijo un escueto “Es vuestro problema”. No hubo ni una sola lágrima. No hubo ni
una sola palabra más, pero yo sabía que estaba destrozado.
Fue a la habitación de su hermana, le ofreció su consuelo y mi alma se
volvió a partir.
Los abracé, me abrazaron, los besé, me besaron, nuestras lágrimas se
fundieron en una y me marché.
Nunca comprendieron por que tomé esa
decisión, ni entonces ni ahora: No me arrepiento de haberla tomado, pero estoy pagando un
precio muy alto por ello
Quise morir y pensé en ello. Todo
hubiese sido más fácil para ellos. Pero no tuve el coraje suficiente.
Esto me llevó a pensar en los motivos que pudieron llevar al suicida a
tomar esa decisión. Tuvieron que ser muy graves.
Cuando los primeros rayos del sol teñían de amarillo
y naranja la oscuridad, me venció el cansancio.
Me desperté sobresaltado por el
sonido del timbre de la casa.
Miré el reloj, eran las nueve, la
hora a la que Anxela, venía puntualmente a intentar poner un poco de orden. Me
cuidaba como si fuese su hermano pequeño y yo agradecía su cariño.
Después de abrirle la puerta y
sorprendida por mi aspecto, supuso que la noche había sido peor de lo habitual.
Con discreción, no hizo preguntas.
Me di una ducha rápida y salí a
desayunar, como cada día, a Le Bistró, una agradable cafetería localizada en el Paseo
Puentes. Debía darme prisa. A las once había quedado en el estudio con Prado
para continuar con el cuadro.
Continuará
Clochard
Quiero desear a tod@s l@s que pasáis por aquí un feliz final de año y mejor comienzo del recien nacido
ResponderEliminarGracias por estar.
Clochard
Impresionante, me sumerjo en la historia de tal forma que ya deseo leer lo que continua
ResponderEliminarMe quedo cerca, esperando la continuación, es impresionante
ResponderEliminarBesos Clochard C
Cuando los demonios que llevamos dentro nos encuentran con la puerta del pensamiento abierta, no dudan un sólo instante en meterse hasta lo más profundo de la mente. Y sacan a flote sentimientos, sensaciones y aspectos personales que no siempre gustan ser recordados. La vida es tan dura...
ResponderEliminarMe encanta y aun repitiéndome, ya estoy pensando cómo nos vas a sorprender en la siguiente entrega.
Besos!
Esperaremos la continuación tu texto engancha.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, ahora ya no soy una fantasma. ¡¡¡
ResponderEliminarMira muchas veces, no se que comentar, no me interpretes mal, por favor¡¡. Me refiero a que me gustaría ser original, no dejar un mero aplauso. Pero claro, es lo que me apetece, aplaudirte¡¡
Hay un párrafo que es duro, la historia que narra el protagonista, la decisión que tomó. Como dura tiene que ser la vida de aquel que decide poner punto y final a su existencia. Considero que la vida tiene múltiples encrucijadas, siempre misteriosas. Hay que saber afrontar la que elegimos, todo tiene solución, la muerte nunca.
Esta narración me hace pensar lo que puede llevar a una persona a poner punto final a su vida, y si, en el ficticio caso de utilizar la máquina del tiempo, dar marcha atrás.
¿Lo volvería a hacer?
Claro¡¡
Eso nunca lo sabremos¡¡
Besos¡¡¡¡
Una historia que ahí está, en muchos hogares. Debe romper el alma sin duda,pero a veces se necesita romper e intentar otra manera de vivir.
ResponderEliminarEsperaré la continuación.
Feliz año Nuevo!!
Sólo de digo una cosa, que es duro estar sin los hijos, te lo digo por experiencia.
ResponderEliminarMas dejado un poco tocada del ala :(
De todas formas, no te preocupes, la herida está curada, ( a medias)
Hoy no te comento sobre el relato, si no sobre lo que he sentido al leerlo
Un abrazo.
Feliz fin e inicio de año Clochard, que venga cargado de muchos sentimientos, mis mejores deseos
ResponderEliminarBesos