La posición del cuerpo de la modelo
era grotesca, casi de contorsionista, pero el realismo que mi mente buscaba, requería una perfección difícil de conseguir.
Su blanca piel, casi nívea, huida de los arquetipos estéticos que sugerían una
belleza dorada. Curvas sinuosas se insinuaban bajo el encaje negro que cubría
parcialmente su cuerpo. Curvas que parecían esperar nuevamente la mano del escultor que las acariciase, las modelase
para terminar de crear turgentes senos,
poderosas caderas y sensuales nalgas. Líneas
perfilando su rostro
trazadas por Afrodita
Las pinceladas se sucedieron con
rapidez, con una maestría que denotaba las
muchas horas pasadas delante de un lienzo. No disponía de mucho tiempo, así que me concentré en memorizar hasta el más mínimo detalle de la escena para poder
recordarlo después, cuando el escenario ya hubiese cambiado. Cuando los haces
de luz del atardecer dejasen de filtrase por la ventana del estudio,
acariciando uno de los rostros mas bellos que mis ojos habían contemplado.
Una hora más tarde, Prado, daba
muestras de cansancio y no conseguía mantener la postura correcta.
-
¿Lo
dejamos por hoy? – le sugerí.
Aceptó sin dudar.
No me acostumbraba a la naturalidad
con que paseaba su cuerpo desnudo por el estudio, hasta alcanzar la bata que
cubrió su escultural cuerpo. Cuando dejaba de formar parte de mi obra y
aparecía la mujer, me costaba mucho esfuerzo reprimir el dictado de mis
hormonas.
Me serví un café y observé desde la
ventana su caminar felino mientras cruzaba la calle alejandose
Esa noche, como la mayoría desde
hacia dos años, dormí mal. Las pesadillas eran recurrentes. Me despertaba
varias veces con la respiración agitada, sudando y con una sensación de pánico,
que me obligaba a levantarme, encender un cigarrillo y salir al la terraza de
la casa, buscando lo único que me relajaba, lo único que me devolvía la
tranquilidad necesaria para poder seguir
durmiendo. Me apoyé en el barandado de piedra y me dispuse a escuchar la
sinfonía que se estaba interpretando a pocos metros, delante de mí. El sonido
del mar, de las olas que en su interminable viaje a ninguna parte, rompían sin
descanso en la arena de Riazor, a veces con estruendo y tintes Wagnerianos y
otras con suavidad, emulando las Gymnopedies de Satie, pero siempre
consiguiendo su efecto terapéutico de relajarme.
A pesar del augurio de temporal, el
cielo estaba despejado y el reflejo de la luna
junto con la iluminación del paseo marítimo, permitían ver con claridad
la playa en toda su extensión. El silencio era casi absoluto, la ciudad dormía,
solo era interrumpido por el batir de las olas, que esa noche tocaban Las
Walkirias.
Se levantó una ligera brisa y me
estremecí al sentir frío. Había que
entrar de nuevo en casa, si no quería pescar un catarro.
Fue entonces, al darme la vuelta
cuando la vi.
En una zona rocosa al comienzo de la
playa, se distinguía la silueta de una persona que caminaba lentamente con la
aparente intención de entrar en el mar. Algo me llamó la atención y la observé
unos instantes, entonces lo comprendí.
Me cambié de ropa lo más rápido que
pude, cogí el móvil, las llaves de casa y me lancé a la carrera al punto donde
vi por última vez a esa persona.
Llegué exhausto, sin respiración,
maldito tabaco, mascullé. No veía a nadie. La olas rompían con fuerza contra
las rocas. Sería imposible sobrevivir si alguien caía al mar en esa zona.
Pensé en llamar a emergencias, pero
¿Qué podía decir? Dudaba hasta de que mi imaginación me hubiese jugado una mala
pasada. Decidí volver a casa.
Continuara
Clochard
Vaya!!!!
ResponderEliminarLLego hasta tu blog para visitarte después de verte en el mío y me encuentro con este magnífico inicio de un relato que ahora me ha dejado con ganas de más... Mirando a mi alrededor en esa playa en busca ¿de? La chica, a si mismo... No tardes en continuar ¿vale?
Un abrazo, disfruta tu domingo!!!
A la espera de la continuación, te diré que por lo que leí la historia promete
ResponderEliminarGracias por tu visita
Un abrazo
Joder, no se como seguirá solo se que me has enganchado.
ResponderEliminarDe aquí para allá, miro, recalo en la playa y lee este tentador relato.
ResponderEliminarAsí que me quedo por esta zona. No será en balde, espero.
Que sorpresa ¡¡
ResponderEliminarCuando vi la advertencia del contenido, pensé que iba a encontrarme con otra cosa¡¡
Bien, bien¡¡
Un aplauso o dos, o yo que sé¡¡
Como dice mi amigo Sergio , Joder¡¡¡ atrapas¡¡¡
Me quedo
Besos ¡¡¡¡¡¡¡¡¡