domingo, 28 de abril de 2013

EL OLYMPIA




-          Mamá, hoy iré a ver a Ramón
-          ¿Pero Carlos, si estuviste hace pocas semanas?
-          Ya  lo se, pero quiero ir otra vez
-          De acuerdo – dijo mi madre – pero no vuelvas tarde
-          No mamá

Al terminar las clases en el instituto cogí el  tranvía hasta Plaza de España.

Siempre que podía, me situaba junto al conductor. Me fascinaba y no terminaba de comprender como podía manejarse una mole de hierro como aquella con una  palanca que  giraba sobre un eje, aumentando o disminuyendo la velocidad según su posición. Tenía también otra palanca que, al accionarla dejaba escuchar un sonido de aire escapando a presión de algún sitio que yo desconocía. Supe que era un freno de emergencia cuando me dirigía, en un trayecto hacia la estación de autobuses, y un  Renault, recuerdo que se le conocía por 4 Latas, conducido por un señor mayor, tuvo la mala fortuna de cruzarse en el camino de la bestia de hierro.  El avezado conductor de la bestia, vio lo que iba a ocurrir  y accionó las dos palancas simultáneamente mascullando improperios a la vez. Se escucharon ruidos, el tranvía aminoró la marcha bruscamente provocando que algún viajero cayese  contra los asientos y más improperios.
Yo lo veía en primer plano, iba al lado del conductor, de pié como él. Circulábamos por la que entonces era avenida general Franco. Espacio para un carril de circulación de coches y otro para las vías del tranvía en cada sentido. Una fila de farolas de hierro, del bueno, en la zona central de la avenida, junto a las vías del tranvía.  El 4 Latas inició una maniobra de arrancar a 5 por hora, sin mirar, y se situó en las vías. La bestia, ya casi parada, pero no del todo empujó casi con delicadeza al coche orientándolo contra una de las farolas. A cámara lenta se inició una desigual batalla  entre la bestia, la farola de hierro y el coche, que parecía de papel, a juzgar por la facilidad con que empezó a arrugarse,   quedando reducido a la cuarta parte de su tamaño, hasta que la bestia de detuvo. La farola tampoco cedió. No supe que les ocurrió a los ocupantes por que nos hicieron bajar rápidamente y tampoco tuve la curiosidad de quedarme.






Llegué a mi parada y me dirigí hacia El Tubo. Las cigarreras estaban apostadas  en la entrada de la calle. Era el único sitio que conocía donde podía comprar cigarrillos sueltos para satisfacer mi incipiente adicción al tabaco. No tenía dinero para comprar una cajetilla y tampoco quería correr el riesgo de que me la encontrasen mis padres. Hice la compra habitual y avancé hacia mi destino.

Al girar hacia la izquierda, al final de la calle te topabas con un gran cartel en el que se anunciaba  “Salón Olympia”

Ramón se encontraba junto al segundo sillón, al entrar en el local. Recuerdo su aspecto como si lo viese ahora. Unos 50 años, un poco pasado de kilos, bigote de la época, pulcramente recortado y una chaquetilla blanca abotonada, que le confería un aspecto de profesionalidad, que además era real.
Me sonrió al entrar. Estaba manejando afanosamente las tijeras, intentando cumplir con  las indicaciones de un cliente.
Me senté a esperar a que terminase y empecé a recordar las agradables sensaciones que me producía el hecho de que me cortasen el pelo. Hoy todavía no se si eran los sonidos de la tijera al recortar o de la maquinita manual que, a veces, utilizaba para dejar perfecta la zona del cuello. No lo se. Pero recuerdo que cerraba los ojos y me concentraba en esas  sensaciones   que me trasladaban a un mundo mucho más agradable que el que tenía.

Con el paso de los años, el salón cerró sus puertas.  Nunca supe que fue de Ramón, pero hoy todavía recuerdo su maestría.


Clochard






9 comentarios:

  1. Me encanta como has desarrollado la historia, esa forma de quedarse una pensando ¿recuerdo? ¿inspiración? y cuando eso pasa para mí es genial porque lograste lo que querías. Me gusta lo del sonido de las tijeras al recortar...

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  2. Fotos con historia o una historia con foto, son increíbles.
    Gracias por dedicarme un ratito de tu tiempo. Me encanta tu blog, sin dudarlo no he podido evitar fijarme en la foto de Paris :)

    Pd : Nunca dejes de pintar las almas :)

    Saludos.

    Parisina :)

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  3. Bién, ¡hoy has hecho la entrega de un tirón!

    Hoy me paseé en esos tranvías de épocas pasadas, esos tranvías que sólo llegué a conocer en Vigo, pero que durante muchos años dejaron las cicatrices en el asfalto de la carretera que pasaba por delante de la casa de mis padres, ese tranvía donde mi padre saludaba a mi madre cuando desde la capital venía al baile del pueblo, ese en el que tantas y tantas veces viajó mi abuela María para hacer el trueque: productos del campo por aceite, gas o todo aquello que le encargaban sus vecinos.

    Hoy me acordé de los tiempos en que comenzaba a fumar y a falta de pesetas para el Lola, me compraba los cigarrilos por unidad

    Hoy entre en un salón, muy especial donde el tiempo se para y el que Ramón sigue ahí manejando sus tijeras y dando una buena conversación a todo aquel que se sentaba en su sillón.

    Prodígate más, ok?

    Un besito, y feliz domingo

    :)

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  4. Me ha encantado la manera que has tenido de narrar este relato, Clochard, los recuerdos de un tiempo pasado, los que jamás volverán a recuperarse pero siempre quedarán en nuestra memoria porque es la imagen fotografiada de vivencias de nuestros días pasados, con sus circunstancias.

    Las dos imágenes me han encantado.

    Y un placer volver a tenerte por aquí, gracias por volver a escribir.

    Un beso.

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  5. Existen recuerdos que son placenteros, otros ajenos (como este), que hacen que momentos del pasado regresen, me vino un grato instante y es por ti, te agradezco Clochard, fue maravilloso leerte.

    Besos

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  6. Gracias por compartir estos recuerdos.
    Me ha parecido entrañable.

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  7. Hola amigo Clochard¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡


    Vengo a agradecerte tu interés por mi salud, todo va mejor, pero claro lento, muy lento, demasiado lento¡¡¡¡¡¡¡¡¡

    Cuando leí el título pensé que el salón ese era de señoritas de la vida alegre y me llevé una grata sorpresa al deshilvanar tus palabras.

    Besos Mil ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡, mi querido poeta ¡¡¡¡¡

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  8. Como te comuniqué por el google + te informo de mi nuevo blog, por si te apetece darte una vuelta. [Párpados]http://afaapim.blogspot.com.es/.
    Un saludo

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